Jueces para la democracia

Independencia judicial

Podría ser una fiesta de pueblo al final del verano. La música pop resuena en los altavoces compitiendo con los gritos de los niños que juegan. Sólo han acudido unas pocas decenas de vecinos, pero escuchan con interés, con los brazos cruzados, en la amplia extensión de verde.

Con una camiseta, unos vaqueros deslavados y unas Chucks, Igor Tuleya se mueve entre la multitud. Una y otra vez, se detiene y entrega a alguien un folleto de un paquete que lleva bajo el brazo: el delgado documento con un águila coronada en la portada roja y blanca, es la constitución de Polonia.

Tuleya es juez en el distrito de Varsovia; la constitución es la base de su trabajo. Por ahora. Mientras el partido gobernante Ley y Justicia (PiS) intensifica su campaña de seis años para “reformar” los tribunales polacos, la Constitución está en el centro de una crisis cada vez más profunda dentro de las fronteras de Polonia y entre Polonia y Europa.

Pero en el país, los defensores de la democracia afirman que el documento está siendo vaciado, sus controles y equilibrios anulados, mientras que la credibilidad de los jueces como Tuleya, caracterizados habitualmente como corruptos y antipatriotas, está siendo sistemáticamente erosionada.

Índice de independencia judicial

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Libertad de prensa

El Estado de Derecho es posiblemente el requisito más básico de cualquier sociedad civilizada, y un poder judicial independiente, al que tengan acceso todos los ciudadanos, es un ingrediente esencial del Estado de Derecho. La libertad de expresión es también fundamental en una sociedad democrática, en la que los tribunales y los medios de comunicación tienen funciones institucionales vitales y complementarias. Juntos, hacen que el poder rinda cuentas, hacen valer los derechos de las personas y arrojan luz sobre asuntos de interés público, y también se controlan mutuamente.

Los medios de comunicación han sido descritos como los perros guardianes de la democracia, poniendo de relieve los déficits democráticos y exigiendo la responsabilidad de los funcionarios elegidos. Y los jueces no tienen un papel más importante que el de pedir cuentas al Gobierno cuando no se ajusta a la ley y defender los derechos de las personas. Y no hay derecho más vital que la libertad de expresión.

Cuando un sistema judicial está correctamente calibrado, los jueces aplican la ley sin miedo, sin favoritismos y con respeto. Por eso es tan fundamental la seguridad en el cargo de los jueces: garantiza que su permanencia en el puesto no dependa de complacer al Gobierno. También es la razón por la que los jueces deben estar bien pagados: de lo contrario, pueden verse tentados, o incluso impulsados, a aceptar sobornos. Y es la razón por la que cualquier sistema judicial tiene que tener los medios para hacer cumplir las decisiones judiciales. Tener jueces que hacen lo que el Gobierno les dice, que son corruptos o cuyas órdenes se ignoran, es casi peor que no tener jueces.

Abuso de la libertad de prensa

El Estado de Derecho es posiblemente el requisito más básico de cualquier sociedad civilizada, y un poder judicial independiente, al que tengan acceso todos los ciudadanos, es un ingrediente esencial del Estado de Derecho. La libertad de expresión es también fundamental en una sociedad democrática, en la que los tribunales y los medios de comunicación tienen funciones institucionales vitales y complementarias. Juntos, hacen que el poder rinda cuentas, hacen valer los derechos de las personas y arrojan luz sobre asuntos de interés público, y también se controlan mutuamente.

Los medios de comunicación han sido descritos como los perros guardianes de la democracia, poniendo de relieve los déficits democráticos y exigiendo la responsabilidad de los funcionarios elegidos. Y los jueces no tienen un papel más importante que el de pedir cuentas al Gobierno cuando no se ajusta a la ley y defender los derechos de las personas. Y no hay derecho más vital que la libertad de expresión.

Cuando un sistema judicial está correctamente calibrado, los jueces aplican la ley sin miedo, sin favoritismos y con respeto. Por eso es tan fundamental la seguridad en el cargo de los jueces: garantiza que su permanencia en el puesto no dependa de complacer al Gobierno. También es la razón por la que los jueces deben estar bien pagados: de lo contrario, pueden verse tentados, o incluso impulsados, a aceptar sobornos. Y es la razón por la que cualquier sistema judicial tiene que tener los medios para hacer cumplir las decisiones judiciales. Tener jueces que hacen lo que el Gobierno les dice, que son corruptos o cuyas órdenes se ignoran, es casi peor que no tener jueces.